19 de febrero de 2016

Good weather climbers - Montañeros de sol y sombra (I)

Mis ínclitos jefes de ExlorersWeb se quejaban con cierta frecuencia de la inevitable degradación del género alpinista - o más bien Himalayista, que era nuestro foco informativo por entonces. "Ya no quedan montañeros recios, como los de antes," se lamentaban. "¿Dónde está Kukuzka, qué fue de los pioneros austriacos, por qué nadie los ha relevado?"  " No me extraña que Bonatti no quisiera saber más de nada," añadían... bueno, añadíamos (vale, yo también he tenido mis momentos criticocinematográficos).

La prueba y el origen del desprecio estaba en las crónicas que llegaban cada día desde los dos campos base de Everest. Cada año en mayor medida, cientos de millonarios con ínfulas (o deportistas bien patrocinados) acuden en masa para encontrarse a sí mismos. Y suben TODOS a la cima el mismo día. Parce que la gente no nos creía, hasta que Ralf Dujmovits (catorceochomilista, guia profesional y marido de Gerlinde Kaltenbrunner) publicó en El País (y en otros trescientos medios, hizo bien) unas fotos-protesta de los accesos a cumbre que parecen los de la M40 entre Coslada y los túneles del Pardo a las 8.30am.

La foto estaba en http://desperadophilosophy.net/tag/ralf-dujmovits/ pero es de Ralf Dujmovits, guia de Montaña. 

"Good weather climbers," dejaba caer mi jefe por un lado de la boca, como un escupitajo, cuando veía esas cosas. "Bah!"

Y es que al hombre le irritaba particularmente que las masas himalayistas no pusieran un pie fuera del campo base hasta que los (avanzadísimos) partes meteorológicos no garantizaban condiciones óptimas. Yo, sinceramente, lo entiendo. Mola más escalar con sol. Y en el Himalaya, el mal tiempo tiene consecuencias que van mucho más allá de lo desagradable. Más aún entiendo a los responsables de las agencias de ascensiones guiadas: no contabilizar cumbres está regular, pero batir record de muertos y zombies congelados entre tus clientes está peor. Mucho.

De hecho, me cuesta creer que el mismísimo Kurtyca, o Diemberger, o quien fuera, tirara hacia cumbre con la jet-stream (los vientos de altura) desbocada en lugar de esperar a hacerse fotos en un glorioso día de sol, si pudiera elegir o, en su defecto, saberlo gracias a unos pronósticos que entonces no se conocían. Algo así -buscar la cumbre con mal tiempo por gusto - solo lo imagino en un jefe de expedición enviando tropas a morir por la patria, en un místico más o menos desequilibrado (al menos en cuanto a establecer prioridades se refiere) o... bueno... en realidad, en bastante gente, ahora que o pienso. Todo es cuestión de nivel.

Con demasiada frecuencia cometemos el error de establecer los riesgos objetivos de una montaña en fución de su altura, o de la dificultad técnica contabilizada de una ruta. En realidad, uno puede congelarse a nivel del mar, si hace suficiente frío, y basta una placa de hielo del tamaño de tu zancada para escurrirse con ella y romperse la crisma. Si extrapolamos las hordas del Everest en hora punta, a los asistentes a nuestras montañas más familiares, vemos un fenomeno equivalente, a otra escala: menos altura, menos nivel técnico, y muchas más personas, de características también variadas.

Cierto es que la loma entre Dos Hermanas y Peñalara no es expuesta ni difícil, pero es lo único que para el viento cuando bufa sobre la meseta castellana. Tratar de recorrerla en mitad de la ventisca - bastante frecuente en nuestros inviernos - no tiene ninguna gracia. Pero no nos engañemos, tampoco es heroico ni original. Nadie ganó nunca un Piolet de Oro por completarla. Y, peor aún, si te ocurre algo, tus amigos no hablarán de tí como un valiente caído en las nieves eternas de bla, bla, bla... sino como un pringao que hizo el tonto y se quedó tieso a dos kilómetros del bar. Así que la pregunta es:

¡¡¡¿¿¿¿Qué diantres hacíais todos vosostros ahí arriba el fin de semana pasado??!!!

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